lunes, 19 de octubre de 2009

Un día con Allan y Gaby


Esta noche solamente quiero escribir, no importa qué, solamente quiero dejar que mis dedos escriban y pueda sacar un poco de lo que tengo que contar.

En realidad no planeé antes este día y tampoco me imaginé que la pasáramos tan bien. Allan ha sido mi amigo por muchos años y cada vez que pasamos juntos es una experiencia bonita, nunca nos hemos enojado el uno con el otro, siempre nos hemos apoyado y escuchado, es ese tipo de amigos que esperas conservar hasta que mueras. Recientemente, gracias a esta herramienta cibernética llamada twitter, conocí a Gaby, ella es una chica genial, a pesar de su edad es bastante madura y sobre todo muy inteligente. Ella se autodenomina “chica problema” pero en realidad yo no lo veo así, es una chica como yo, en muchas cosas siento que me veo en ella cuando tenía su edad.

Al inicio mencioné que no planeamos esta velada, decidí pasar el día en casa de Allan y cuando llegué nos dispusimos a pedir algo para comer en casa y ver una película, así terminamos comiendo pizza con panes de ajo y viendo una comedia por televisión por cable, luego otra peli, ahí en su cuarto haraganeando como si la vida fuera solo descanso y comida. Fuimos luego al supermercado a comprar algo de cocinar para la cena, porque queríamos comida “de verdad”.

Escuchando el programa “Canta Brasil”

Mientras nos disponíamos a preparar la cena nos llegó un mensaje de texto al celular de Gaby, nuestra amiga, a quien ya le faltaban unos minutos para salir al aire en el programa radial que dirige con música popular brasileña. Cambiamos la radio de estación y escuchábamos a Gaby y la música que programaba, también escuchamos los saludos que nos envió. Le mandamos otro mensaje de texto a su celular notificándole que estábamos cocinando, entonces por la radio nos hizo saber que se nos uniría al terminar el programa, algo que nos pareció genial a ambos, sobre todo porque la radio en la que ella trabaja está contiguo a los apartamentos en donde renta Allan. Así que Gaby no se hizo esperar y en cuanto terminó el programa llegó a cenar con nosotros, quienes ya teníamos la cena servida.

Nuestra rica cena

Cabe mencionar que la cena estaba suculenta, una ensalada de lechuga con tomates, pepino y zanahoria, aderezada con italian dressing, queso parmesano y pimienta; chuletas de cerdo ahumado, y papas salteadas con ajo, mantequilla y pimienta que preparó Allan, mmm realmente riquísimo todo. De postre tomamos té helado con un bombón de chocolate, vaya dieta!

Pero no dudo que valió la pena, porque una comida nunca está del todo exquisita sin una amena conversación, y eso fue lo que le dio el toque especial a nuestra noche.

La alegría y entusiasmo de Gaby, las apreciaciones y puntos congruentes de Allan y mi rápida manera de hablar, como si fueran en persecución mía, hicieron de la cena una súper velada.

Viendo Sex and the City

Mientras cenábamos, recibí un mensaje de texto de una amiga quien me anunciaba que en pocos minutos pasarían la película Sex and the City por HBO, rápidamente se lo comuniqué a mis vecinos comensales la noticia y nos dispusimos, nuevamente, a ver tele.

Mientras nos divertíamos y yo casi sollozaba por mi escena favorita de la película, es cuando Big deja plantada a Carrie, Allan sentía que su nivel de testosterona disminuía por los comentarios nada machistas que Gaby y yo hacíamos, es imposible ver esta película, ser una chica y no solidarizarte con cada caso que plantea. En realidad, no sabemos de dónde nos viene tanta fortaleza a las mujeres para amar, caer y sufrir, encima perdonar y seguir siendo nosotras mismas.

Tomando té caliente en el corredor

Definitivamente, la noche no podía terminar mejor; luego de ver la película y de que Allan recuperara su testosterona, es que es big fail ver esa peli con dos chicas, fuimos a la cocina a lavar los trastos y prepararnos un té de fresa, pusimos unas sillas en el corredor y nos dispusimos a disfrutar de la cálida noche que nos embrujaba con los temores de un terremoto, recordando catástrofes y pérdidas familiares, yo hablando de mi pueblito natal, para concluir con las experiencias que todos recordamos del huracán Mitch y de cómo esta tragedia nos marcó y volvió más unidos en nuestras familias. En fin no nos dimos cuenta en qué momento se hicieron casi las once de la noche, así que pusimos pies en polvorosa y nos despedimos, no sin antes agradecer a la vida y a la amistad por haber pasado una bonita tarde-noche.



2 comentarios:

  1. Ayyy! Que rico que la pasaron! Siempre es bueno tener personas cerca que te hacen sentir especial... y a quienes hacés sentir especial.

    Me encantó la narración! Besos preciosa!

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  2. @Solecito
    Gracias amore, como siempre tan encantadora, a ver qué día nos dejas invitarte también.

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